domingo, 30 de mayo de 2010

PRÓLOGO: tardío, pero necesario. Saludos.

Tlacuillo

Corazón de Niño/Quetz-Al
EHECATEPETL
(Cerro del Viento)
ESCULTISMO ALTERNATIVO
AVENTURAS DE LOS
TROTAMUNDOS
(EN EL UMBRAL DE LA ADOLESCENCIA FRENTE A LOS DERECHOS HUMANOS DE LOS NIÑOS DE LA CALLE)
Lince Hambriento

PRÓLOGO

Aventuras de los Trotamundos es la historia de cinco niños de la calle que se van conociendo de manera fortuita en medio de su desventura. Un día encuentran por accidente un viejo y maltratado libro bajo el puente en el que solían pernoctar, se trataba del Manual para la muchacha y el muchacho Quetz-Al.

Quetz-Al es la fusión de los vocablos “Quetzal” y “Albatros”; Quetzal son las muchachas y, Albatros, los muchachos. Quetz-Al es un Movimiento juvenil de Escultismo Alternativo.

Como sabemos, el Escultismo es un Movimiento mundial conocido como boy scouts, el cual fue fundado en Inglaterra, en 1907, por el general Robert Baden-Powell, a quien se debe indiscutiblemente todo el mérito.

Un siglo después, ya no en un país del Primer Mundo como Inglaterra, sino en un país del Tercer Mundo, surge nuestro Proyecto Quetz-Al de Escultismo Alternativo en una escuela popular del Estado de México, allá por el municipio de Ecatepec.

En el Escultismo tradicional militan generalmente hijos de familia; en el caso específico de México, son por lo regular niños y jóvenes procedentes de familias “acomodadas” profesantes de alguna religión, principalmente la católica. El Proyecto Quetz-Al de Escultismo Alternativo es menos conservador, su propuesta se basa en la formación de habilidades psico-sociales que encaminan a la muchacha y el muchacho al desempeño de su autonomía; su enfoque, además, es completamente laico.

Pues bien, cuando los cinco muchachos de la calle comienzan a leer (sí, leer; los niños de la calle no son totalmente ignorantes, muchos de ellos en algún momento fueron a la escuela) el manual, les va resultando cada vez más interesante y finalmente deciden formar, entre los cinco, una Patrulla.

Una Patrulla, dentro del Escultismo, es un grupo de cuatro a seis chavas o chavos (del mismo sexo) entre 11 y 16 años, esto es, en el umbral de la adolescencia. En este caso se trata de cinco chavos, pero debido a determinadas circunstancias, los dos menores aún no alcanzaban la edad mínima requerida.

Poncho, el menor, tenía sólo nueve años y, Oswaldo, diez. Porfidio tenía 13; Carlos Mariano, 15, y Gerardo, el mayor, 16. Todos eran niños de la calle, cada uno con una historia particular. Su encuentro fue casual y paulatino y tal vez determinadas características en su manera de ser favorecieron su cohesión como grupo.

De todas las etapas de la vida, la preadolescencia (11 a 16 años) es la más crítica; esta etapa se caracteriza principalmente por presentar una aguda crisis de identidad, crisis que el adolescente mayor de 16 ya comienza a resolver. El preadolescente tiene que enfrentar el duelo, es decir, la pérdida tanto de su propia infancia como de los padres de su infancia; ya no es el niño que recibía apapachos, pero tampoco es el adulto con facultad de tomar decisiones libres, “¿entonces qué soy?”, se pregunta.

Debido a su natural crisis de identidad, el preadolescente se vuelve retraído, rebelde, conflictivo, se confronta con la autoridad de los adultos (padres, maestros, instructores, etc.). Si la autoridad se muestra represiva, sólo logrará agravar el problema, pero si la autoridad se muestra comprensiva, tolerante y dispuesta a negociar, entonces los adultos estaremos en la mejor posibilidad de ayudar al preadolescente a superar su crisis de identidad.

De acuerdo con los expertos en desarrollo psico-social, la mejor manera de que el preadolescente pueda resolver su crisis de identidad es relacionarse estrechamente con otras u otros de su misma edad y de su mismo sexo -sin hacer a un lado, desde luego, su relación con el sexo opuesto-. De ahí la existencia, desde tiempos ancestrales hasta la fecha, de las llamadas “pandillas”. La pandilla permite, por otro lado, el progresivo y sano rompimiento del “cordón umbilical” familiar -las familias “muégano” son sumamente auto-destructivas-, siempre y cuando exista de por medio la intervención y asesoría, poco interferente, por parte de adultos responsables. Una pandilla puede orientarse hacia el lado de la delincuencia, o bien, hacia el lado constructivo, todo depende del apoyo de los adultos y de la clase de adultos que les brinden dicho apoyo.

A diferencia de la “banda”, la “Pandilla” está conformada por un pequeño grupo de “camaradas” que no rebasa ocho o diez integrantes. La banda, en cambio, puede estar conformada por varias decenas o centenas de individuos, pero invariablemente dividida en pandillas. Tanto la banda como la pandilla proporciona al individuo un sentido de pertenencia que, a su vez, proporciona un sentido de identidad, ambos necesarios para la formación de la personalidad, a través de un largo proceso en tiempo y espacio, pero claro, dependiendo de sus fines.

Una verdadera Patrulla, dentro del Escultismo, es una auténtica pandilla, su única diferencia con las pandillas delictivas es su orientación y sus fines inmediatos. Una Patrulla escultista sigue lineamientos y objetivos claros y bien definidos bajo la supervisión y asesoría de adultos competentes que saben hasta dónde pueden y deben interferir para no entorpecer el desarrollo de la autonomía de dicha Patrulla. Las pandillas delictivas carecen de esta condición.

Hasta aquí estamos hablando de un Escultismo hecho a la medida de hijos de familia, cuyos padres están dispuestos a apoyar y colaborar con el grupo scout que premeditadamente seleccionaron para sus hijos y que muy probablemente fueron ellos mismos miembros activos de un grupo scout durante su infancia y su juventud. Pero ¿qué pasa con los niños de la calle? ¿Los niños de la calle, por el hecho de ser niños abandonados, no tienen derecho a beneficiarse del Escultismo?

La presencia de niños de la calle, en cualquier zona de la ciudad, es signo indiscutible del sub-desarrollo, injusticia e ineptitud del gobierno. Como al gobierno no le conviene esa cara de la realidad, pero no puede hacer nada por resolver el problema de fondo, pues afectaría los intereses multimillonarios que los llevaron al poder, entonces no le queda de otra más que desaparecerlos de la vista, sobre todo de los turistas extranjeros. ¿Cómo?, fácil, ordena “levantamientos” masivos valiéndose de los cuerpos policíacos para luego vender a las víctimas al crimen organizado: mano de obra esclavizada, prostitución, pornografía infantil, tráfico de órganos o simplemente narcomenudeo. A esto se le llama “limpieza social”, lo cual significa desaparecer de la vista aquello que “afea” la vía pública, porque delata la injusticia y la ineptitud de las autoridades responsables.

Ser niño de la calle no implica ser inferior a los hijos de familia ni mucho menos carecer de sus derechos humanos. Los niños de la calle tienen los mismos derechos humanos que cualquier otro niño alrededor del Planeta y, en esencia, tienen las mismas potencialidades tanto físicas como afectivas e intelectuales que los niños, hijos de familia. La diferencia es que los niños de la calle son mucho más vulnerables que los niños hijos de familia, pues están más expuestos a la explotación infantil en las modalidades de esclavismo, prostitución, extracción de órganos, en una palabra, el crimen organizado con la complicidad de políticos y grandes empresarios, con el agravante de que ¿quién va a reclamar por sus Derechos Humanos, si los niños de la calle a nadie importa?

La presente historia intenta revelar, a través de la ficción, pero de manera realista, las penurias de un pequeño grupo de cinco preadolescentes en situación de calle quienes, posterior al hallazgo de un manual, forman una Patrulla Quetz-Al a la cual llaman Trotamundos.

A diferencia del Escultismo tradicional, que propone principios de corte tradicional-colonialista, el Proyecto Quetz-Al de Escultismo Alternativo propone la Formación del sujeto social autónomo dentro del desarrollo de seis habilidades psico-sociales: Auto-conocimiento, Creatividad, Pensamiento crítico, Responsabilidad, Solidaridad y Respeto. La pregunta que quedaría en el aire es: ¿y dónde quedan los Derechos Humanos de las y los niños de la calle? T

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