domingo, 23 de mayo de 2010

TROTAMUNDOS CAPÍTULO XVII

TROTAMUNDOS CAPÍTULO XVII

Tlacuillo

Corazón de Niño/Quetz-Al
EHECATEPETL
(Cerro del Viento)
MANUAL DE ESCULTISMO ALTERNATIVO
-FORMACIÓN DE AUTONOMÍA-

Lince Hambriento

SINOPSIS

En el capítulo XVI, como recordarás, los trotamundos por fin pudieron abrir el comedor comunitario en un anexo del templo de San Hipólito, en la ciudad de México, el cual era accesible hasta para los marginados del lugar, pues el costo de una comida corrida era de sólo 10 pesos.

Con este nuevo proyecto los trotamundos estaban aprendiendo cada vez más a trabajar y coordinarse en equipo como una verdadera patrulla escultista.

Don Manolo, entrevistado por jóvenes periodistas, revela una cruda realidad acerca de quienes viven en la calle, sobre todos los menores, pues con frecuencia son víctimas del tráfico de personas con fines de esclavitud y de prostitución, crimen en el que hasta altas esferas gubernamentales y empresariales, con el afán de hacer “limpieza social” bien podrían estar involucradas.

CAPÍTULO XVII

-Oye Porfi, ¿cómo salimos hoy? Preguntó Galpa.
-¡Uh!, ps yo creo que a toda madre, juntamos como más de 200 pesos y eso que fue el primer día, ahora que de aquí hay que descontar lo de las compras que les debemos a los que nos train las cosas de la central de abastos. Mañana va a venir ese señor administrador para ayudarme a hacer las cuentas.
-Ps ai la llevamos, ¿no creen?, dijo Luca.
-¡Ey! -contestó Poncho-, se ve que este padre Gregorio es tan a toda madre como el padre Damián, no como ese güey de Santo Domingo, el padre Felipe de Jesús.
-Tienes razón, pinche Poncho –interrumpió Luca- a mí se me hace que ese padrecito y los pirruris mandaron matar a la abuela Petrona, no sé por qué me late.
-¡Bueno! –protestó Bruti- ya jeden mordir que ya tengo mucho ñueso.
-Je, je, tienes razón güey, hasta ñamana.

Los trotamundos habían adaptado como dormitorio el mismo local del comedor con permiso del padre Gregorio y podían utilizar los sanitarios del templo. Para asearse y lavar su ropa tenían que ir a las fuentes que se encuentran al costado derecho de la Plaza Zarco.

Pasaron los días y el comedor iba viento en popa. Las utilidades no eran de ninguna manera lucrativas, pues el precio de 10 pesos por comida era casi el costo, pero al menos les permitía comer diario y tenían dónde pasar la noche seguros de las arbitrariedades y acosos de que son víctimas los menores que viven en la calle. Pero pronto surgieron los intereses de los poderosos. El padre Gregorio fue llamado por su superior a su lujosa oficina.

-Sabemos que está lucrando con un restaurante dentro de las instalaciones de la parroquia y queremos una explicación.
-Bueno, su eminencia, en realidad no es un restaurante, es un comedor comunitario al que asiste gente de muy bajos recursos, pues por 10 pesos hasta los mismos indigentes de la localidad acuden. Además yo tramité el correspondiente permiso ante ustedes y ante el gobierno de la ciudad y tengo ambas autorizaciones por escrito.
-El asunto no es ese, padre, el asunto es que debe pagar la contribución a la diócesis.
-Pero su eminencia, como ya le expliqué, no se trata de un restaurante lucrativo, se trata de un comedor comunitario en donde prácticamente no hay ganancia más que para su subsistencia, se lo puedo demostrar con los libros de contabilidad.
-Pero hay otro problema, padre, sabemos que ese restaurante al que impropiamente llama comedor comunitario está en manos de unos mocosos ignorantes que ni siquiera van a la escuela y que sabrá Dios de qué familias provengan.
-Así es, su eminencia, son cinco niños de la calle con muchas ganas de superarse.
-No me venga con cuentos, padre, un buen cristiano proviene de una familia decente, ¿cómo cree que esos niños provenientes de familias desechas pueden ser buenos cristianos? Su destino ya está marcado y es ni más ni menos que la delincuencia.
-¿De veras cree usted, su eminencia, que el destino de cada quién ya está marcado?
-Me extraña que me lo pregunte, usted lo debe saber bien, ¿acaso no fue al seminario? En fin, he estado pensando en su situación y he decidido cambiarlo de parroquia.
-Lo que usted decida, su eminencia, no estoy más que para obedecer sus órdenes en nombre de Dios, pero ¿podría saber cuál es la razón de mi traslado?
-Ya se lo dije, no puede utilizar las instalaciones del sagrado templo para hacer un negocio que no aporte utilidades a la iglesia.
-Entiendo, su eminencia.
-Puede usted retirarse, padre, tengo otros asuntos importantes que atender. Le ruego espere la orden por escrito para su traslado.

El padre Gregorio salió de la lujosa oficina del obispo pensativo y acongojado. ¿Existe el destino?, se preguntaba. ¿Por qué Dios permite que niños como los trotamundos caigan en una tras otra y otra desgracia?, ¿qué pecado cometieron a su tierna edad? Para el padre Gregorio era un enigma que desde el punto de vista religioso no se podía explicar. ¿Habrá quizá otra explicación, tal vez de tipo político y social?

El padre Gregorio llegó al templo abatido, veía toda su labor humanitaria de varios años de esfuerzo que parecía culminar con el proyecto de los trotamundos a punto de derrumbarse en el precipicio. ¿Por qué?, trataba de entender por más esfuerzo que hacía. ¿Será realmente la voluntad de Dios? En el fondo lo dudaba, pero en su calidad de sacerdote no lo podía admitir, no le quedaba de otra más que obedecer y someterse a la jerarquía eclesiástica de su religión.

-Malas noticias, dijo el padre Gregorio a su administrador. Su eminencia el obispo me cambia de parroquia, porque considera inadecuado lo del comedor comunitario.
-¿Cómo?, ¿por qué?, ¿qué tiene de inadecuado?
-Según lo que entendí es que el comedor no aporta dividendos a la diócesis.
-¿Pero cómo va a aportar dividendos, si se trata de un servicio social sin fines de lucro, sino de solidaridad con los más desvalidos y en el que gracias a Dios contamos con esos magníficos muchachos que se llaman trotamundos?
-Yo pienso lo mismo, pero su eminencia, el señor obispo, no lo piensa así y yo no tengo de otra más que obedecer.
-Pues qué lástima por estos muchachitos. Ya habían encontrado una buena manera de vivir decentemente, ¿qué les espera ahora?, ¿quién los va a ayudar?, ¿será ese su destino impuesto por Dios?, ¿por qué?, ¿qué pecado cometieron?
-Yo me pregunto lo mismo, pero no tengo respuesta, no sé porqué Dios depara este cruel destino a este grupo de inocentes muchachitos que lo único que quieren es superarse.
-Padre, no me lo tome a mal, pero la verdad empiezo a dudar.
-¿Y usted cree que yo no?

Durante los subsiguientes días el padre Gregorio se devanaba el cerebro en espera del oficio por escrito de la diócesis ordenando su cambio de parroquia.

Los trotamundos, mientras tanto, experimentaban día con día el éxito en su nuevo proyecto del comedor comunitario, no pasaba por sus mentes inocentes lo que las autoridades clericales tenían en ciernes; la posible cancelación del proyecto en virtud de que no aportaba dividendos a la diócesis además del mal aspecto que éste proyectaba. ¿Qué dirían los fieles que domingo a domingo acuden al templo, así como los turistas que lo incluyen en su tour, al ver a cinco niños mugrosos cocinando y atendiendo un comedor en un anexo del templo, al que acuden casi puros indigentes?

Ajenos a lo que se veía venir, nuestros cinco muchachos despertaban cada día con mayor entusiasmo, porque sentían en carne propia los frutos de su trabajo. Ni el padre Gregorio ni el administrador se atrevían a revelar las intenciones de los de arriba hasta encontrar alguna alternativa mientras la orden de su traslado llegara. ¿Qué pasará con nuestros amigos?

…CONTINUARÁ

No hay comentarios:

Publicar un comentario