viernes, 21 de mayo de 2010

Trotamundos capítulo XVI

Tlacuillo

Corazón de Niño/Quetz-Al
EHECATEPETL
(Cerro del Viento)
MANUAL DE ESCULTISMO ALTERNATIVO
-FORMACIÓN DE AUTONOMÍA-
TROTAMUNDOS XVI
Lince Hambriento

SINOPSIS

El templo de San Hipólito se ubica en la esquina de Paseo de la Reforma y Francisco Zarco, justo en contra-esquina con la Alameda Central y muy cerca del Metro Hidalgo. Dicho templo está dedicado al culto de San Judas Tadeo, el cual se festeja el día 28 de cada mes; es el único santo que se venera 12 veces al año. Mirándolo de frente, atrás y a la derecha se encuentra la plaza Zarco, una plataforma de asfalto en cuyo centro luce la estatua en honor del insigne periodista del siglo XIX, Francisco Zarco y en la esquina derecha se encuentran dos fuentes a donde suelen ir los habitantes de la calle a asearse y lavar sus ropas. Atrás del templo se ubica el famoso panteón –hoy museo- de San Fernando; atrás y a la izquierda, la plaza y jardín del mismo nombre y enfrente la plaza de la Solidaridad.

Los trotamundos, una vez en el templo de San Hipólito, logran por coincidencia contactar con Leticia, Brunilda y Sebastián, jóvenes “de la calle”, drogadictos en rehabilitación que tienen como misión rehabilitar a otros drogadictos en colaboración con algunos expertos. Si bien los trotamundos no eran precisamente drogadictos, su difícil situación de recién llegados a un lugar totalmente extraño y agresivo, como el centro de la ciudad de México, sobre todo después de su terrible experiencia en Oaxaca, vieron en ello una oportunidad que quizá no debían despreciar.

En Consejo de Patrulla, como acostumbraban tomar sus decisiones de grupo, adoptan la brillante idea de Brutillón: abrir un comedor popular dentro de las instalaciones del templo, al fin y al cabo ya habían construido una buena experiencia al respecto. Ni tardos ni perezosos lo plantearon a Lety, Bruni y Sebas, sus interlocutores frente al párroco, quien después de conocerlos aceptó el reto convencido de que se encontraba frente a un grupo de muchachos dispuestos a luchar por superarse. Lo que más le impactó fue su unión y capacidad de organización como equipo, pese a su corta edad.

Gracias al apoyo y la organización autónoma y espontánea de la comunidad asidua al templo de San Hipólito, a pesar de la burocracia gubernamental y clerical, los trotamundos logran su objetivo: abrir un comedor comunitario dentro de las instalaciones del templo.

CAPÍTULO XVI

Por fin llegó el día de la inauguración, al comedor comunitario acudieron desde empleados menores de las oficinas cercanas hasta indigentes de los alrededores que bien podían pagar 10 pesos. Don Manolo estuvo en primera fila.
-Estuvo chingona su comida –les dijo don Manolo-, ¿dónde aprendieron a cocinar?
-En Oaxaca –contestó Porfi-.
-¡Orale!, ¿qué ustedes son de alla´?
-No, nada más yo, pero los cinco estuvimos en Oaxaca hace poco.
-¡Ah!, ¿así que son cinco?
-Sí.
-¡Qué!, ¿son una familia?
-Algo así –contestó Luca que se encontraba cerca-. En realidad somos cuates que nos conocimos en la calle, pero ahora somos como hermanos, somos cinco.
-¡Mmm!, qué bien, ojalá me hubiera tocado la misma suerte, no estaría tan jodido como estoy.
-¿Qué le pasó?, ¿por qué no tiene piernas?
-Las perdí desde que tenía quince años; a los once entré a trabajar a una mina, pero una explosión me arrancó mis dos piernas, no me indemnizaron y por eso me vine al DF. Aunque no tengo piernas hago lo que puedo, como cuidar coches y ayudar a estacionarse: “viene viene”, tú sabes.
-Sí, si, claro.
-Pero por lo que veo, ustedes han tenido muy buena suerte, por lo menos trabajan en el comedor comunitario de la iglesia, ¿cómo le hicieron?
-Pos fue idea de Bruti y ya ve, aquí estamos.

Los menús estaban conformados principalmente por verduras y platillos típicos oaxaqueños que Galpa y Luca habían aprendido a preparar en el puesto de la abuela Petrona. Bruti y Poncho la hacían de meseros; Porfi, de “comodín” -a veces en la cocina, a veces en las mesas, pero más que nada en la contabilidad –pues era el tesorero de la Patrulla-, asunto en que, a través de la práctica y con la asesoría del administrador de la parroquia, se hacía cada vez más experto. A sus 13 años y sin haber asistido nunca a la escuela ya era, como quien dice, todo un “tenedor de libros”.

*****

-Oiga Don Manolo –insistían los reporteros- ¿y a dónde cree exactamente que se han ido llevando a tantos niños que antes había aquí en la plaza?,
-Pos como les dije, los “levantan”.
-¿Y quiénes cree usted que los “levanta”?
-Pos mire, le voy a decir lo que se dice, pero acá entre nos; no me consta, pero se dice mucho. ¿Ya ven que por aquí alrededor hay varios hoteles de esos que les dicen “de paso”?, pos dicen que allí tienen secuestradas y secuestrados a varias niñas y niños que antes dormían en esta plaza. Los tienen bien encerrados y no los dejan salir para nada y al que se rebela le dan cuello y lo desaparecen, al cabo nadie los reclama. A esas muchachitas y muchachitos los prostituyen, pues dicen que esos hoteles tienen buena clientela, sobre todo turistas extranjeros de esos que les gustan los niños.

-¡Ah, sí!, pedófilos. ¿Pero usted, don Manolo, cree que a todos esos chavos y chavas que antes vivían aquí los tengan encerrados en los hoteles?

-No, claro, no creo que a todos, pues hasta donde yo recuerdo, hasta hace como cinco años todavía eran más de cien y ahora cuando mucho no quedan más de cinco o seis, la verdá no creo que todos estén en los hoteles de por aquí.

-¿Cree que se los lleven a otro lado?
-Seguramente; yo he sido testigo de que algunas noches, por la madrugada, vienen policías en sus camionetas y se llevan a varios niños y niñas. Hay otros viejos como yo que aseguran que es por órdenes del mismo gobierno, le llaman “limpieza social” y consiste en “levantar” chavos y gente joven que los llevan a unos albergues “cristianos” quesque para rehabilitarlos, pero luego resulta que los venden como esclavos.

-¿Esclavos en el siglo XXI, don Manolo?, ¿cree usted que todavía haya esclavos?
-¡Uyy!, ¡díganmelo a mí que desde niño fui esclavo de una mina hasta que me destrozaron mis piernas y me corrieron por inservible sin ninguna indemnización!
-Si, si, claro, don Manolo, tiene usted toda la razón. Pero ¿cómo sabe lo de las fábricas clandestinas y lo de la prostitución?
-Pos miren, lo que pasa es que luego llegan algunos a escaparse y regresan aquí, a la plaza, pero sólo unos tres o cuatro días mientras buscan otra suerte, pues tienen miedo de que los vuelvan a encontrar y, pos a luego nos cuentan dónde estuvieron y cómo los trataron. Muchos se petatean sin poder salir a causa de los maltratos que a diario les dan.
-¿Ah, sí?, ¿entonces los torturan?
-Ps sí, eso dicen. ¿Quién lo sabrá más mejor que los que se han logrado escapar y aluego vienen y nos cuentan?
-¿Dijo usted, don Manolo, que se los llevan a albergues cristianos?
-Si, y hasta tienen nombres como “La ciudad de Dios”, “Los soldados de Cristo”, “Los legionarios de quién sabe qué”, “Los obreros guadalupanos” y tantos y tantos más, todo eso nos lo han venido a contar los pocos que logran escaparse y vienen a esconderse unos días antes de buscar otros rumbos lejos de aquí.

-Don Manolo, ¿dice usted que ha sido testigo de que por las noches vienen policías a levantar niños y niñas?, ¿acaso cree que el gobierno está metido en la trata de personas?

-Ya lo creo que sí, de eso se trata lo de la “limpieza social” que, como les decía, el gobierno, por presión de los comerciantes, quiere “limpiar” el rumbo de lo que les estorba, lo que afea, o sea, nosotros, pero como no tiene voluntad de ayudarnos, pos mejor vende como esclavos a los jóvenes. No dudo que algún día nos levanten también a los viejos, no precisamente para trabajar, pos para eso ya no servimos, sino para echarnos a los hornos, como esos que dicen que tenía el tal Hitler para los judíos, la verdá, no creo que tarden mucho.

…CONTINUARÁ

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