miércoles, 31 de marzo de 2010

Trotamundos capítulo IV

TROTAMUNDOS
AVENTURAS DE PORFIDIO NATIVITAS
CAPÍTULO IV

-Ya déjate de “jendepadas”, porque te necesitamos, le dijo esa noche Bruti a Luca.
-¿De qué?, preguntó Luca confundido.
-Ya sabes -intervino Galpa-, acuérdate que Bruti siempre revuelve las letras, así que ya sabes lo que te quiso decir.

La noche en que Gerardo (a) “Galpatrafo” (Galpa), de 16 años y Mariano (a) “Luciferno” (Luca), de 15, se conocieron, Luca ofreció a Galpa aspirar un poco de “cemento” para poder sentirse calmado. Galpa nunca antes había probado ningún tipo de droga, de alguna forma sabía que no era conveniente, sin embargo esa noche aceptó hacer la prueba. Después de todo no le desagradó, se sintió relajado, era lo que en ese momento necesitaba. Al día siguiente Luca le volvió a ofrecer, pero Galpa estaba en mejores condiciones de razonar, así que prefirió rechazar la oferta. ¡Tú te lo pierdes!, le dijo Luca.


Oswaldo (a) “Brutillón” (Bruti) nunca tampoco había probado antes algún tipo de droga a excepción del cigarrillo, la verdad no le llamaba la atención. Una vez que los tres decidieron convivir juntos bajo el puente de la avenida Zaragoza en Iztapalapa, Galpa y Bruti se propusieron convencer a Luca que dejara el cemento.

¿Quién era Luca?, ¿cómo llegó a ser niño de la calle? Mariano era hijo de madre soltera. Cuando tenía ocho años, su madre se casó con un hombre al que conoció en su trabajo, ella era empleada de limpieza en una oficina. Mariano nunca supo quién fue su padre. Con el tiempo tuvo dos hermanos, una niña y un niño, producto del matrimonio de su madre con su padre adoptivo, pero su padre adoptivo lo maltrataba mucho y él sentía que su madre no lo defendía como creía que debería hacerlo, pues al fin y al cabo era su madre. Esto le hacía sentir que tenía poco valor como ser humano, así que, decepcionado, decidió escapar de su casa y refugiarse en la calle, tenía entonces 11 de edad.

Anduvo un tiempo vagando hasta que se encontró con otros chavos de su misma condición que en las noches se refugiaban en el citado parque de Iztapalapa, ahí conoció al Gori, un chavo de 17 años que siempre andaba “pasado” y fue quien lo indujo al vicio de aspirar cemento. Una madrugada el Gori, ya bien “pasado”, se fue caminando en medio de la carretera a Puebla y fue irremediablemente arrollado por un camión de carga. Su muerte le pesó mucho a Mariano, pero continuó usando el cemento para calmar sus crisis de ansiedad, depresión y sentimiento de abandono, pero afortunadamente no tenía mucho tiempo de estarlo usando cuando conoció a Gerardo (a) Galpa. El Gori fue precisamente quien bautizó a Mariano como Luciferno.

Antes de integrarse la Patrulla Trotamundos, a Luca o Luciferno no le importaba lo que pudiera pasarle, no le importaba amanecer un día muerto tirado en la calle como su amigo el Gori a quien apreciaba. Por otro lado, el poco interés que su madre había mostrado para defenderlo de las agresiones de su padre adoptivo lo hacían sentirse como un ser de muy poco valor. ¿Para qué seguir viviendo?, pensaba a veces.

Transcurrieron tres años para que Mariano y Gerardo se conocieran, el primero tenía 16 años y el segundo 15. Al poco tiempo se agregó Oswaldo, de 9 años y poco después se agregaron Poncho, de 10, y Porfidio, de 13, proveniente de Oaxaca.

Actualmente Luca vivía otro mundo, de un momento a otro su vida había cambiado, su nueva relación con el grupo formado por Galpa, Bruti, Poncho y Porfi lo hacían sentirse diferente. Su nombramiento como Sub-guía de la recién formada Patrulla Trotamundos le mostraba otra imagen de sí mismo muy diferente a la que antes tenía. Antes se sentía el hijo despreciado, ahora se sentía el amigo valorado, alguien con el mérito de ser Sub-guía. De tener una autoestima por los suelos, de pronto se da cuenta que hay quienes le reconocen algún valor.

Ahora Mariano tenía mejores motivos para vivir. La compañía de sus nuevos amigos a quienes poco a poco iba apreciando cada vez más y que ellos, a su vez, lo tenían en buen aprecio -pues por algo lo habían elegido subguía de la Patrulla Trotamundos- le revelaron su verdadero valor como ser humano; ahora sí valía la pena vivir. Fue a partir de entonces que fue dándose cuenta que valía algo para los demás, eso se llama autoestima. La convivencia con su nuevo grupo de amigos, verdaderos amigos, casi hermanos, fueron teniendo como efecto en el interior de Luca un progresivo aumento en su autoestima, eso fue lo que más le ayudó a superar su problema de adicción al cemento. Aquella frase “ya déjate de jendepadas, porque te necesitamos” pronunciada por Bruti, caló tanto en Luca que entonces decidió dejar definitivamente su adicción al cemento. Conservar a esos nuevos amigos que le habían brindado afecto y reconocimiento como ser humano era suficiente para en lo sucesivo tratar de vivir dignamente sin importar ser niño de la calle, pues los niños de la calle también merecen dignidad.

Por otro lado, Poncho era en ese momento el principal objeto de preocupación de la pandilla, ¿de dónde sacaba tanto dinero como para estrenar a diario ciertos objetos caros como tenis o ropa de marca y hasta un I-Pod? Después de tanta insistencia Poncho no tuvo más remedio que confesar ante sus compañeros la verdad: -“es que… un señor me paga bien por vender…, ya saben…, “sobrecitos”.
-Me lo imaginaba –dijo Galpa- ¿cómo te metiste en esto?
-Hace como quince días.
-¿Por qué no nos dijiste?
-Sabía que me iban a mandar a la fregada, pero me ofrecieron mucha lana, ¿cómo la iba a despreciar? Después de todo puede servir para la Patrulla, ¿no?
-¡Ni mays!, dijo Luca, no sabes a lo que te estás metiendo, en cualquier momento te pueden matar y hasta nos pueden matar a todos por tu culpa.
-Hay, no manches, ¿tanto así?
-¿no lo crees?, yo ya he sabido de casos.
-Luca tiene razón -dijo Galpa-, me cai que sí te matan, es más, como ya te metiste en eso ya te tienen fichado y nos van a fichar también a nosotros, si no es que ya nos ficharon; una vez que te metes en eso sólo muerto puedes salir.
-¿De veras?
-¡De veras, no te miento!

Con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada Poncho comenzó a relatar: -hace como quince días un señor en el crucero me hizo la seña que le “franelara” el parabrisas, luego me dijo que le franelara todo el coche y me señaló que se iba a parar en la esquina. Cuando terminé me preguntó que cuánto me debía, le dije que lo que quisiera, me dio un billete de a 20 y me preguntó que como cuánto sacaba en todo el día, le dije que como entre 30 y 50, luego me dijo que si quería sacar mucho más, ¿cómo cuánto?, le pregunté, ¿qué te parecen unos 300 diarios? ¿¡300!? ¡Orale!, ¿qué tengo que hacer? Nomás vender estos sobrecitos, pero me tienes que acompañar para enseñarte cómo. Me subí a su carro y me llevó a un departamento, allí me dio todas las instrucciones, pero me dijo que yo no podía usarla y que si me cachaban me iba a ir muy mal.
-¿Le dijiste a ese señor de nosotros?, ¿dónde vivimos?, preguntó alarmado Luca.
-No, no me preguntó.
-De todos modos seguro que ya nos tiene clachados, dijo Galpa, esa gente tiene un friego de espías.
-¿Tons´ qué hacemos?, preguntó Porfi.
-Mmmm, ¿cuánto tenemos en caja?, preguntó Galpa a Porfi.
Porfidio se dirigió directamente al lugar donde tenía resguardada la “caja fuerte” de la Patrulla, sacó el cofre y el estado de cuentas y constató que había en caja justamente lo recaudado en 10 semanas, de a 15 pesos diarios por cabeza, menos la comida en el comedor comunitario –diez pesos por cholla- y los gastos en libreta, pluma, etc., quedarían 1,789 pesos con 45 centavos, pero como Poncho no ha comido con nosotros en nueve días, nos sobran 90 pesos más, o sea, 1,879 pesos con 45 centavos. Las cuentas están exactas, si quieren chóquenlo, aquí está la libreta de la tesorería y aquí está la lana, cuéntenla pa´que no digan.

-¡Perfecto!, -exclamó Galpa-, con tres años de andar en la calle y haber conocido a muchos chavos que se enredaron como tú en el tráfico de drogas, sé que tarde o temprano terminan bien muertos, destazados y tirados en el basurero.

-¿Te cai?, preguntó Poncho con una expresión totalmente descompuesta y a punto de romper en llanto.

-¡De ése tamaño, güey!, -contestó Galpa ante la mirada aterrada de Porfi y Bruti, pero no de Luca, quien asintió afirmando: lo que dice Galpa es cierto, yo tengo cuatro años en la calle y también he conocido chavos que se enredan en el narco y acaban bien muertos. Lo del cemento después de todo no es igual, pues lo puedes conseguir bien fácil en las tlapalerías, bien baras y nadie se da cuenta, pero yo se que te destroza el cerebro, por fortuna yo lo usé pocas veces, no como mi amigo el Gori que por eso lo atropellaron.

-Pero tenemos una salida, dijo Galpa-; no nos va a quedar de otra más que largarnos de aquí por lo menos unos meses, pero con los mil y cacho, casi dos mil pesos que tenemos ahorrados, ya la hicimos, preparen sus chivas que nos largamos esta misma noche antes de que seamos carne para los buitres en el tiradero del bordo.

-¿Y a dónde nos vamos?, preguntaron los cuatro.

-Porfi -se dirigió Galpa a Porfidio- tu eres el único fuereño que no es del D.F., ¿por qué no nos llevas a tu tierra?, por lo menos un tiempo mientras el narco se olvida de Poncho, ya luego podremos regresar.

-No es mala idea -contestó Porfi-, con las ganas que tengo de regresar a mi tierra.

-Pos no se diga más –dijo Galpa- ¡uno para todos y todos para uno!

-¿Uno para todos y todos para uno?, me suena -dijo Luca-, ¿de ónde lo sacaste?
-¿no sabes?, ps´qué güey tan ignorante, ¿qué no leíste “Los Tres Mosqueteros?, yo sí leí esa novela en la secundaria.
-Me suena, me suena, pero no me acuerdo bien.
-Bueno, ps´son algo como nosotros.
-¡Orale!

-Porfi –ordenó Galpa-, recoge la marmaja y guárdatela bien en los calzones o métetela en donde sea que esté segura y nos vamos en este instante a tu tierra, ¿cómo dices que se llama?
-Juquila Mixes, en el Estado de Oaxaca.
-Como tú ya veniste de allá para acá, pos has de saber cómo irte de aquí para allá, así que tú nos vas a guiar, pero como no queremos gastar en camiones, pos nos vamos de aventones, al cabo tú ya tienes experiencia en eso, ¿no?
-Ps´sí, pero va a ser difícil que nos den aventón a los cinco.
-Tengo una idea –dijo Galpa- nos dividiremos en dos grupos: tú y Luca serán el primer grupo; Poncho, Bruti y yo iremos en el segundo grupo. Haremos el viaje en varias etapas. Tú que ya conoces el camino, ¿cuál sería la primera etapa?
-Ps, yo creo que la primera etapa sería Puebla.
-Muy bien, ¿qué tal el mero centro?, debe de haber una especie de zócalo o jardín principal, ¿no?, qué tal si ahí nos vemos.
-¡Sale!, contestaron al unísono.
-Bien, como Guía de Patrulla se me ocurre hacerles algunas recomendaciones, pues aunque no me lo crean ya tengo alguna experiencia en ello: cuando un carro se pare para darles aventón, uno de ustedes valla directamente a la ventanilla del chofer con el pretexto de preguntarle a dónde va, cuando baje el vidrio de la ventanilla debe oler su aliento, si huele a alcohol no se suban, pongan cualquier pretexto, pero no se suban. Los demás, mientras tanto, observarán, a través de las ventanillas, a los demás ocupantes o el interior del carro; si ven algo sospechoso, mejor no se suban; digan cualquier pretexto, pero no se suban. ¿O Key?

- ¡O key!

-¿Ya están todos listos?, ¿trais la lana, Porfi?, ya sabes, guárdatela muy bien en los calzones. Bueno, pues empecemos a pedir aventón, primero ustedes, Porfi y tú Luca, en el segundo grupo nosotros, nos vemos en el centro de Puebla, ¿vá?
-¡Vá!
-Acuérdense que los dos grupos nos tenemos que ver en el zócalo de Puebla, a la hora que sea, aunque nos ofrezcan aventón hasta Oaxaca; más vale poco a poco, pero seguros, ¿o key?
-O key.
-“¡Uno para todos…!” dijo Galpa extendiendo su brazo derecho hacia el frente con el puño cerrado.
-“¡Todos para uno!, contestaron los demás formando un círculo y extendiendo su brazo derecho con el puño cerrado hacia el centro.

En este momento, sin querer y sin darse cuenta, diseñaron su grito de Patrulla, no importa que haya sido copiado de la novela “Los Tres Mosqueteros” del escritor francés del siglo XIX Alejandro Dumas. El lema y grito ¡Uno para todos, todos para uno!, se ajustaba perfectamente a la naturaleza de la nueva Patrulla Trotamundos del Movimiento Quetz-Al de Escultismo alternativo. La Patrulla Trotamundos se convertía en ese momento en un Calpulli que, en lengua náhuatl, significa Clan o familia extensa. Siguiendo la concepción de nuestros ancestros, los mexicas, daremos al vocablo Calpulli el concepto de “colectivo” o “comunidad solidaria”.

En medio de este nefasto mundo tan lleno de desigualdad e injusticia, los cinco niños de la calle, protagonistas de este cuento, integrantes de la Patrulla Trotamundos del Movimiento Quetz-Al de Escultismo alternativo, encuentran que la mejor manera de sobrevivir es trabajando en forma colectiva, solidaria y autónoma, es decir, bajo sus propios usos y costumbres, decisiones colectivas y con sus propios recursos. Después de todo ¿Qué podrían esperar de las instituciones de quesque ayuda? ¿Realmente sirven para algo además de beneficiar a unos cuantos para hacerse publicidad, pero discriminando a las mayorías, como sucede con los teletones y demás farsas?

¿Qué sucederá en este viaje forzoso de la recién formada Patrulla Trotamundos?, ¿se salvará Poncho de una muerte segura por parte de la mafia que lo conectó con el crimen organizado?, ¿llegarán todos con bien hasta Juquila Mixes? No te pierdas el siguiente capítulo.

CONTINUARÁ…


Popocatépetl entre Edo. México y Puebla
MANUAL DE LA MUCHACHA Y
EL MUCHACHO Quetz-Al

EQUIPO PERSONAL OBLIGATORIO
QUE DEBES PORTAR

Como el lema de una o un Quetz-Al es ¡Siempre Alerta!, debes estar preparada o preparado en todo momento para cualquier emergencia. Lo mínimo que debes llevar en tus bolsillos es:

1. Una libreta o agenda de bolsillo con los números telefónicos de emergencia: Cruz Roja, policía, bomberos, protección civil, fugas de gas, números telefónicos de familiares, amistades. Si cuentas con teléfono celular mucho mejor. No olvides llevar un señuelo que contenga el nombre y número telefónico de la persona a quién notificar en caso de que sufras alguna urgencia.
2. Una pluma.
3. Una piola de 5 m. Aprox., siempre te será útil, sobre todo si sabes hacer nudos.
4. Un pañuelo o paliacate.
5. Un costurero de bolsillo con aguja, alfileres, seguros y al menos un carrete de hilo.

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